lunes, 26 de octubre de 2009

Cómo enmarcar nuestra vida con la Palabra de Dios


Cuando hablamos respecto a las circunstancias de nuestra vida el confesar positivamente no es suficiente. Proverbios 18:20, 21 “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Nuestras palabras son determinantes por tal motivo debemos hablar buenas palabras sobre nuestra vida y la de los demás.
En Mateo 12:34b dijo Jesús: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Por tanto la fuente de nuestras palabras es el corazón. Un corazón lleno de falta de perdón, no hace buenas confesiones. No debemos cancelar nuestras oraciones con nuestras malas confesiones. Un corazón lleno de fe habla palabras de amor. Nuestras palabras deben ser el fruto de nuestra fe y no de la mente y la razón, ya que un ateo puede también leer versículos bíblicos con su boca y no expresarlos con fe. Nuestras palabras deben ir siempre cargadas de fe. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Si queremos tener fe debemos escuchar la Palabra de Dios. Por ejemplo imaginemos que la Palabra de Dios es como una cuenta bancaria, el confesar con fe la Palabra es como hacer un retiro bancario de aquella cuenta. Podemos reclamar muchas promesas de Dios para nuestras vidas y si no conoces la Palabra simplemente es imposible reclamarlas.
Debemos escuchar la Palabra de Dios insistentemente, meditarla y proclamarla una y otra vez, todos los días de tal modo que si estamos llenos de la Palabra nuestras confesiones están llenas de vida. La fuente de nuestra fe es la Palabra de Dios por tanto debemos guardarla en nuestro corazón.
En el libro de Hebreos 4:12,13 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. La Palabra de Dios es capaz de transformarnos desde los más profundo de nuestro ser ya que la Palabra es viva, eficaz, es energizante y medicina tanto para el alma como para el cuerpo.
Debemos vivir nuestras vidas como Dios ordena ya que la Palabra expone lo que está dentro de nuestro corazón ya que cuando la leemos o escuchamos vemos la luz que transforma nuestras circunstancias. Una actitud positiva es algo psicológico pero la actitud realmente válida es una actitud de fe, que es un estado de nuestro espíritu.
En la actualidad la tecnología y los medios de comunicación como la televisión, radio, Internet, reproductores de audio entre otros llenan nuestras mentes con cosas banales. Por eso debemos llenarlos de la palabra de Dios para que su poder afecte nuestras vidas. Debemos estudiarla a diario, no religiosamente sino meditándola y discerniéndola en nuestros corazones. Nuestras palabras deben proclamar salud y no enfermedad, debemos declarar abundancia y no escasez. La fe no niega los hechos la fe los cambia. Hebreos 4:2 “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Nuestros actos deben ir acompañados de fe. Para soltar el poder de Dios en nuestras vidas debemos hablar palabras de fe.
Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Tener fe es creer que Dios tiene algo especial para nosotros cuando le buscamos. La fe mueve a Dios y con la fe podemos mover montañas por tanto debemos creer lo que Él ha dicho.
Santiago 1: 5-8 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Para pedir a Dios debemos hacerlo con sabiduría, el que quiere recibir debe ser consistente y perseverante. Es posible que estés muy cerca de tu milagro y te desanimaste. Muchos personajes bíblicos le creyeron a Dios por muchos años. La prueba de nuestra fe produce paciencia para esperar y poder recibir nuestras promesas. Además, el caminar por fe trae paz para el alma mientras que el caminar viendo las malas circunstancias trae angustia. 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Solo la Palabra de Dios está cargada de fe, por tanto debemos tener fe en la Palabra y no en cualquier cosa.
Por la fe los antiguos alcanzaron buen testimonio: Hebreos 11:33, 34 “que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.”
* Elías por fe hizo llover
* Moisés por su fe abrió las aguas del mar.
* Nahamán el Sirio por su fe se sanó de la lepra y no era judío.
* Ana no podía tener hijos y Dios le dio a Samuel.
* David por su fe desbarató ejércitos y derrotó al gigante.
* Daniel por su fe salió sano y salvo de los leones
En resumen, debemos llenar nuestra vida con la Palabra de Dios para alimentar nuestra fe y confesar palabras conforme a la voluntad de Dios para que Él se pueda manifestar en nuestras vidas.

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