domingo, 4 de octubre de 2009

Una adoración que produce milagros

Cuando la adoración de la tierra toca el corazón de los cielos entonces se producen milagros. El corazón de Dios es el centro de los cielos. La adoración consiste en una conversación entre el corazón del hombre y el corazón de Dios, en donde tan solo basta estar un instante en su presencia para cambiar para siempre nuestras vidas, al mismo tiempo que Dios trae sanidad y restauración en nuestras almas y cuerpos.
La adoración es sinónimo de amor, cariño, fidelidad, reverencia, obediencia, postración, rendición y dependencia totales para con Dios. No podemos cambiar las circunstancias en nuestras propias fuerzas pero en Él y su presencia sí podemos.
Tal como le decía Jesús a la mujer samaritana (Juan 4:23): “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.
Debemos adorar así como el leproso que regresó después de ser sanado y adoró al Señor (Lucas 15, 16). La mujer que puso el perfume en los pies del Señor le adoró y recibió salvación (Lucas 7:37, 38).
Con la adoración de un corazón puro y sincero llamamos la atención de Dios para sanar y restaurar nuestra alma y a nuestros seres queridos.
En Marcos 5:1-6 vemos como el endemoniado gadareno se postró ante el Señor en adoración y recibió liberación. Y para quienes fueron testigos presenciaron un gran milagro.
Nuestra adoración puede influir en la gente que vive cerca de nosotros y preparar el ambiente espiritual para que Dios opere con sus milagros.
En Éxodo 17:8-15 podemos ver aquel pasaje en donde el pueblo de Israel prevalecía y ganaba la batalla con Amalec mientras Moisés mantenía levantadas sus manos y si las bajaba comenzaban a perder.
Levantar las manos al cielo es símbolo de reverencia y dependencia hacia Dios. Por tanto si mantenemos nuestras manos levantadas en actitud de adoración ganaremos todas las batallas contra el enemigo, el cual odia la adoración y la Palabra. En consecuencia la adoración es una gran arma en contra del reino de las tinieblas. Salmos 134: 2 dice “Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid a Jehová”. Salmos 63:4 dice “Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos.” Al levantar las manos y clamar el nombre de Dios abrimos ventanas en los cielos para que la lluvia del Señor caiga a la tierra. Por lo tanto para recibir la gracia del Reino de los Cielos es necesario levantar las manos.
Finalmente en Marcos 10:46-52 el ciego Bartimeo recibió el milagro de recobrar la vista porque adoró al Señor Jesús al reconocer su linaje real al llamarle Jesús, Hijo de David.

Aplicaciones:
El secreto de la adoración a Dios es hacerlo de todo corazón:
Ejercicio 1:
1. Comienza a adorar a Dios con tu canción favorita.
2. Levanta las manos al cielo e invoca su nombre.
3. Comienza a adorarlo de corazón simplemente por todo lo que es Él.
4. Mantente alerta de los eventos en los próximos días y observa los resultados.

Ejercicio 2:
1. Comienza a adorar a Dios con tu canción favorita.
2. Póstrate ante Él de rodillas e invoca su nombre.
3. Comienza a adorarlo de corazón simplemente por todo lo que es Él.
4. Mantente alerta de los eventos en los próximos días y observa los resultados.

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